Bull
La Villarroel, 11 d’abril de 2018
Marx definía el trabajo como aquella relación entre persona y naturaleza que aliena al ser humano, convirtiéndolo en “una bestia de trabajo limitada a las más estrictas necesidades corporales”. Sin embargo, no podía imaginar cuán animal iba a convertirse el mundo laboral cuando el trabajo pasa a ser mayormente compartido, grupal. Bull, dirigida por Pau Roca, reflexiona sobre esta realidad, encuadrada en una relación laboral entre cuatro personajes.
En Bull, el trabajo se convierte en el contexto en el que se define al propio ser humano. En una selva de caníbales el débil es carroña. Ante la terrible decisión sobre a quién despedir de la empresa, Thomas -Marc Rodríguez-, Isabel -Mar Ulldemolins- y Toni -Joan Carreras- competirán de manera desleal para asegurar su permanencia. Y los dos últimos lo harán sin ambages, con trampas y zancadillas, incurriendo en un claro ejercicio de mobbing profesional. Como si de un toro se tratase, Thomas recibirá puñaladas y estoques, será conducido por la furia hasta la apoteosis en una plaza sedienta de sangre. No en balde el título juega con la doble idea del toreo y del acoso, vinculando conceptos y estableciendo alegorías. Una última pregunta planea en la plaza: ¿qué nos lleva a este odio, a esta necesidad de menosprecio del otro? ¿Es, como apuntará Isabel con un cinismo nietzscheano, la supervivencia de la especie que debe basarse en hundir al débil? Sin duda, es inevitable un escalofrío ante tales comentarios tan cínicos y frívolos.
Thomas es el gran damnificado, el que es toreado por dos toreros hábiles, pero a pesar de ello a menudo pierde la empatía del público –sus comentarios sexistas, sus desplantes y su odio visceral hacia el personaje femenino impiden conectar realmente con su situación. Del mismo modo que parecen desafortunados algunos comentarios de Isabel en los cuales parece fingir acoso sexual en la oficina –no es, en mi opinión, una forma adecuada de abordar una problemática real como es el acoso laboral y sexual, que tan a menudo se tacha injustamente de falso por parte del hombre que lo ejerce-, y las situaciones caníbales descritas a menudo se retuercen hasta un extremo que sobrepasa la verosimilitud y la comicidad.
Bull reflexionará sobre las relaciones laborales, sobre el ser humano y las conductas que adopta en sociedad, sobre la moralidad y sobre la falta de la misma, cuando el hombre se convierte en animal; aunque, ¿quién es el animal, el toro acribillado o el torero que, indemne, divierte a un público circense con sus estocadas de crueldad?
Bertran Salvador
