Ifi és una jove sense recursos. Sobreviu com pot. No estudia ni treballa, no sap què fer amb la seva vida. Així que
es dedica a matar les hores: busca gresca, s’emborratxa, es droga. Iphigenia en Vallecas, protagonitzada per María Hervás i dirigida per Antonio C. Guijosa, proposa una nova versió del mite. Qui paga aquests esforços que demanen des d’Europa als governs i des dels governs a la gent? Què i a qui s’està sacrificant? Un muntatge guanyador de dos premis Max 2019, al millor espectacle revelació i a la millor actriu protagonista i que ha triomfat al Teatre Pavón-Kamikaze de Madrid.
Iphigenia en Vallecas Teatre de Salt, 28 de octubre de 2019
En todas las sociedades existe un grupo de personas que, si bien sobreviven, han renunciado a vivir: no tienen planes de futuro porque los planes solo traen decepciones, pues persiste una conspiración que pone todo a punto para que fracasen; ven en las autoridades una aglomeración de burócratas que les piden sacrificios con los que, en realidad, llevan cumpliendo incluso antes de nacer, explican su propia existencia por el mero hecho de que para que haya una clase alta es necesaria la existencia de una clase baja.
El hecho diferencial que define las sociedades en el tiempo, y particularmente a los poderes públicos que manejan su destino, es su capacidad para asegurar el bienestar de los que padecen más perjuicios derivados del funcionamiento del sistema.
En Iphigenia en Vallecas, Antonio C. Guijosa nos presenta una reformulación del mito en conveniencia con nuestro tiempo. Iphigenia es una joven de clase obrera que sobrevive entre los suyos en el barrio madrileño de Vallecas, envuelta en un ambiente cambiante provocado por los recortes y la dejadez política.
La obra está protagonizada por una enorme María Hervás, que se encarga de la adaptación y que coproduce el espectáculo. A nivel escénico, nos encontramos un espacio que se nos presenta como un descampado con sus neumáticos amontonados y sus vallas. Junto a ello, hay un panel informativo con el que la protagonista interactúa, y que nos sirve para situarnos en el tiempo y en el espacio, puesto que el rotulo nos especifica el lugar y la semana en la que transcurre cada escena.
Iphigenia interpela directamente a un público al que otorga el papel de las élites contra las que se pretende rebelar: con un discurso lleno de humor, unos gestos caricaturescos envueltos en una luz penetrante y un sonido muy cuidado.
Nuestra protagonista fluye a lo largo de la obra entre una persona que subsiste a duras penas sin renunciar a puntuales destellos de alegría, un individuo que busca a lo que aferrarse y que se atreve a idear un plan de futuro que no tarda en estallarle en la cara y un sujeto que lucha contra un sistema que se niega a presentar cualquier muestra de debilidad ante los que ha querido etiquetar como los auténticos débiles.
Aliou Diallo@alioualidos