Fairfly

informació obra



Direcció:
Israel Sola
Vestuari:
Albert Pascual
Escenografia:
Albert Pascual
Intèrprets:
Xavi Frances, Aitor Galisteo-Rocher, Vanessa Segura, Queralt Casasayas
Sinopsi:

Aquests dies de confinament no hi ha teatre. Amb l'objectiu de reconfortar i acompanyar aquests dies de soledat i estranyes, moltes companyies que han penjat vídeos dels seus muntatges. Recomana, sensible a la iniciativa desinteressada dels artistes, els ordena a través del web.  


Podreu accedir a les gravacions clicant la pestanya del video de les fitxes.

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Quatre amics intenten organitzar-se després que l’empresa on treballen els comuniqui l’obertura d’un ERE. La primera idea és lluitar per defensar els seus llocs de feina, és clar. Però de quina manera? I de què servirà? Realment val la pena lluitar per aquesta feina que tenen? No seria millor que ho deixéssim estar i intentessin convertir en realitat aquella brillant idea que van tenir uns anys enrere?

En un intent desesperat de maquillar les xifres de l’atur i acabar definitivament amb la consciència de classe, Govern i Mercat s’han unit per intentar demostrar que si la nostra vida professional és precària, infeliç i insatisfactòria és només per culpa de la nostra falta de “cultura emprenedora”. Per això, mentre es liberalitzen els acomiadaments i es retallen els drets laborals, proliferen les campanyes d’ajut a les start-ups i els eslògans motivacionals com: “Surt a complir el teu somni” o “Sigues el teu propi cap”. Tot i que – després de quasi deu anys de crisi – tots som conscient d’aquesta mena de trampes, no podem evitar pensar: “i si el nostre somni es complís? I si la nostra fos realment la idea que pot canviar el món?”.



Finalista a text (Joan Yago) al Premi de la Crítica 2017

Premi de la Crítica 2017 a espectacle de petit format


Crítica: Fairfly

09/03/2017

Reflexiones a golpe de sonrisas

per Novaveu


Fairfly Teatre Tantarantana, 5 de març de 2017


La cultura emprendedora es el blanco de la nueva producción de La Calòrica. La compañía, siempre crítica y punzante con la sociedad, ya tocó el mundo laboral en Sobre el fenomen de les feines de merda, aunque en esta ocasión construye un espectáculo más convencional con una única historia. En ella, cuatro amigos deciden cambiar el (su) mundo a partir de la creación de su propio negocio. Como punto de partida tienen una idea innovadora y muchas ganas de luchar por sus sueños, elementos que, como se ve a lo largo de la función, no siempre son suficiente.

En esta ocasión, los calóricos se desmarcan de su habitual comedia alocada –ya lo hicieron con menor acierto en su estudio de la fe con El Profeta– sin perder con ello el humor. Los personajes dejan los disfraces estridentes y las situaciones surrealistas para coger un tono más cercano y cotidiano. Ya sea por una mayor madurez o por ganas de probar un nuevo camino, lo cierto es que lejos queda aquél Xavi Francés que se hacía una paja bajo la escandalizada mirada de la reina de Inglaterra. Y la verdad es que el resultado, aunque diferente, es igual de bueno.


La trama creada una vez más por Joan Yago, expresada de forma lineal, juega con los avances en el tiempo sin cortes ni cambios entre escenas, solo a partir del texto y las interpretaciones. En Fairfly toda la acción ocurre entre reuniones que evolucionan de ser entre amigos a ser entre compañeros de trabajo. El público ocupa unas gradas a cuatro bandas alrededor de una mesa, cosa que hace inevitable ver espaldas y perderse matices interpretativos. Sin embargo, Israel Solá ofrece una milimétrica dirección en la que todos los movimientos están estudiados y cuidados para que los personajes roten y sean lo más visibles posible. Muy cuidados también el vestuario y la escenografía de Albert Pasqual, todo confeccionado con el color verde corporativo como si de un anuncio se tratara.

En la interpretación, Vanessa Segura y Queralt Casasayas se unen a los habituales Xavi Francés y Aitor Galisteo-Rocher. Los cuatro personajes que interpretan ofrecen personalidades opuestas y reconocibles desde la naturalidad y la contención. El humor queda relegado a la propia naturaleza del texto sin que nada sea forzado.

Con varias capas de lectura, lo cierto es que la discusión postfunción está servida. La gracia es que no se pierden por ello la comicidad y la oportunidad de pasar un buen rato, con un ritmo ágil y una fina ironía. Una obra que plantea reflexiones profundamente actuales a golpe de sonrisas.

Puedes leer la fuente original de la crítica aquí.

Alba Cuenca Sánchez


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